Laura Haro escribe un post dominguero lleno de realidad. CARA A CARA.

Me diplomé en trabajo social y trabajo en un servicio municipal  que cumple funciones de atención primaria y que se dirige a personas que se encuentran en situación de calle y/o sin hogar en la ciudad.

En la Cartera de Servicios Sociales se establecen como funciones del servicio básico de atención social las de información, orientación y asesoramiento; detección y prevención de situaciones de riesgo social o de exclusión; aplicación del tratamiento de apoyo a las personas, familias o grupos; trabajo social comunitario, etc.

El pasado junio, con el final de la última prórroga del estado de alarma, y con la entrada de la “nueva normalidad” volvimos al tan esperado trabajo presencial en el servicio – presencialidad que nunca se fue- y desde entonces creo que ese cajón de sastre que caracteriza a los servicios sociales ha ido en aumento.

Muchas administraciones, debido a la situación de emergencia sanitaria provocada por el Covid 19, han reducido su atención presencial y cada vez  más  te piden que realices los trámites vía telefónica (“tuh-tuh-tuh”) o vía on line, pero son muchas las personas que atendemos que no disponen de teléfono ni de competencias digitales para realizar los trámites, los cuáles en muchas ocasiones son confusos hasta para los que tenemos algún conocimiento digital.

El viernes atendí a Makan. Makan solicitó hace unos meses la Renta Garantizada de Ciudadanía (RGC) y debe dar respuesta a un requerimiento de documentación para que se pueda valorar su solicitud y comprobar que su situación personal y económica se ajusta a los requisitos establecidos en la Ley. Entre la documentación requerida le piden que aporte los datos fiscales actualizados, datos que puede obtener directamente desde la web de la Agencia Estatal de Administración Tributaria, pero Makan ni tiene ordenador ni tiene ningún tipo de competencia digital. Intentamos hacer la consulta on line. Introducimos NIE, número de soporte… pero tenemos problemas para realizar la consulta on line, así que le indico que se acerque personalmente a la AEAT.

Vuelve Makan al poco rato para decirme que en la AEAT le han indicado que debe solicitar cita. Llamamos a los teléfonos de cita para información y trámites donde nos dan “la bienvenida al servicio de cita previa de la agencia tributaria” para después “tuh-tuh-tuh”.

Nos ponemos  a solicitar la cita previa para particulares que te permiten hacer a través de su web, pero tenemos problemas a la hora de introducir  la fecha de nacimiento. Makan, vuélvete de nuevo a la AEAT y expón las dificultades. Y Makan va y viene y va y viene…

Seguidamente entra Adil. Adil lleva mucho años en situación de calle en Lleida, rechazando las propuestas de mejora que le hemos ofrecido hasta ahora. Viene acompañado de un paisano que está preocupado por su situación y que le anima para que pida ayuda. Planteamos que pueda solicitar una RGC ya que nos consta que reúne los requisitos, pero Adil no dispone de teléfono. Primer obstáculo ya que desde que se decretó el estado de alarma sanitaria por Covid, las citas para solicitar la RGC no son presenciales, sino telefónicas. Su paisano se ofrece para dejar como número de contacto el suyo, no obstante nos encontramos con un segundo obstáculo; no dispone de ningún número de cuenta bancaria. Y es que a pesar de la existencia de una normativa que regula el acceso a una cuenta bancaria en el caso de personas en situación de vulnerabilidad, las personas que atendemos en algunas ocasiones tienen problemas de acceso a las mismas.

Después viene al servicio Gladys. Estuvo trabajando en tareas agrícolas de temporada en Lleida y finalizó el trabajo hace pocos días. Ha intentado solicitar cita en el SEPE para consultar si tiene derecho a alguna prestación y/o subsidio por desempleo pero no ha encontrado citas disponibles. Ha intentado llamar por teléfono, pero dice que el número siempre está ocupado. Gladys ha trabajado intermitentemente y no dispone de ahorros como para sostenerse mucho más tiempo. La siento angustiada. Le proponemos hacer los trámites on line, así que realizamos la inscripción  como demandante de empleo y posteriormente la ayudamos a realizar la pre solicitud de  la prestación individual.

También atiendo a Abdou. Él se encuentra en situación de irregularidad administrativa. Su situación de vivienda actualmente es insegura y precaria. Lo acoge un paisano en su habitación. Una habitación en la que conviven hacinadas varias personas. Antes dormía en la calle, así que su situación residencial “ha mejorado notablemente”.  En el piso en el que vive no se puede empadronar y solicita ayuda para hacerlo y poder así tener acceso a la tarjeta sanitaria. Y es que Abdou refiere que tiene insomnio, dolor intenso de cabeza, que se siente fatigado y que necesita un médico. ¿Cómo rebajamos todos esos estresores?

Tener o no acceso a un teléfono, a Internet, a una cuenta de correo electrónico, a un número de cuenta bancaria, etc. también es motivo de exclusión. La brecha digital se amplia y éste sistema de trabajo telemático de muchas administraciones y que se ha puesto en funcionamiento a propósito del Covid creo que ha venido para quedarse.

Y así se sucede la mañana del viernes. Y me planteo, ¿será que nuestro trabajo se ha simplificado a la mínima expresión? ¿Facilitadores del acceso a los diversos derechos sociales? Una vez más los servicios sociales como “cajones de sastre” en el que vienen a parar necesidades y demandas de personas que quedan excluidas por los otros sistemas de bienestar o protección social debido a la brecha digital y a la burocracia existente (trámites, trámites, trámites…)