Relato de Alba Pirla.

Esta historia surge de las compañeras trabajadoras sociales Laura, Elvira, Montse, Laia, Carmen y Susana. A todas ellas, gracias por dejarme escribir la historia. Y por escribir su día a día. Y por creer en las persones. Y por ponerle humor al Trabajo social.

Cada año tenemos la suerte de poder dar apoyo a personas temporeras que llegan a Lleida buscando trabajo en la campaña agraria. Atendemos casi 1000 personas en menos de tres meses, con un despliegue importante de profesionales, a veces novatillos en el gremio, que aprenden a golpes de la vida las aventuras y desventuras de los temporeros; a veces son experimentadas compañeras que se dejan el entendimiento en hacerse entender sin caer en la trampa de victimizar al trabajador que, por pobre, no deja de ser un trabajador.

Moussa, Javier, Marko, Mohamed, Maika… llegan a Lleida en tren, bus, andando, o en furgonetas atrotinadas. Llevan grandes bultos, van cargados hasta los dientes de todo lo necesario para sobrevivir, desde ropa a calzado, una manta, un par de calcetines, poco dinero y ganas de buscarse la vida como temporeros. Llegan sin trabajo y rezando por él. Algunos con papeles, otros sin ellos, o están mojados, o son de “otro”. Viejos, jóvenes, mujeres y algún menor camuflado. Todos con el “capricho” de trabajar unos días, a poder ser con un amable campesino que les cobije, y a poder ser y si no es pedir mucho, cumpliendo con el convenio agrario. Algunos lo consiguen, es su sueño de verano. Otros, pues no.

Vagan por las calles de Lleida, se desplazan a los pueblos, esperan en la plaza a ver si pasa algún payés y les da unas horas de curro,y vuelven a Lleida a dormir. Algunos tienen suerte y llegan antes que el resto, y pueden dormir en el albergue, sobresaturado con las 70 demandas nuevas de alojamiento al día; otros no llegan a tiempo y se agrupan durmiendo a la intemperie de las cálidas por no decir tórridas noches de verano de Lleida. Junto al río, en plazas, en calles oscuras lejos de las miradas despechadas de algunos ciudadanos.

A veces ves en su cara sudor, lágrimas y sangre. En la mayoría, sonrisas y agradecimiento. En otros, cabreo, a menudo con razón, por tropezar con una sociedad injusta y a veces inhumana que no admite que tiene el deber de cumplir la ley con los que consiguen sacar a flote la producción agrícola que enriquece a tantas  familias de la provincia.

El desgaste de trabajar en el campo, madrugar, comer mal, cobrar tarde y dormir poco y en la calle provoca inseguridad, miedo, cansancio, pena…que a final de campaña se traduce en accidentes laborales, infecciones, depresión o brotes psicóticos en algún que otro caso.

Ahí estamos l@s trabajador@s sociales de los Servicios sociales municipales, con un dispositivo aún insuficiente, abordando, sin saber mucho porqué, un millón de problemas que surgen de una situación laboral mal regulada y planteada. Pero eso, es otro cuento.

Por la oficina de atención pasan todos ellos para ser atendidos, preguntados, derivados y escuchados. Hay días buenos, días malos, días peores, días largos y días de tormenta en los que se agolpan en la puerta porqué ese dia tienen fiesta en el campo. Esos días de tormenta son los mismos que los profesionales nos ponemos a disposición e invocamos al Rey Sol para que evite la piedra y el granizo y no se queden sin Trabajo, hecho que les llevaria a quedarse por  la zona, esperando, malviviendo, hasta que llegue septiembre y empiece la campaña de la vendimia, marchando a otras ciudades en busca de ese sueño, el trabajo.

Mohamed dice tener 37 años, aunque aparenta 16. Llega con cara de póquer, despistado, huidizo, cabizbajo.

– Quiero cama

– ¿Vienes a buscar Trabajo?

– Quiero cama

– ¿Cuándo has llegado?

– Quiero cama

– Esta es una oficina que ofrece unos servicios……(como son muchos, tardas unos 15 minutos en explicar tooooodos los Servicios…..duchas, comida, cena, cita en bolsa de Trabajo de Unió de Pagesos, consigna….bla bla bla,… pones empeño en enseñar un díptico con unos iconos que deberían ayudar a entender pero, tras largos 15 minutos…

– ¿Lo has entendido?

– Sí. Quiero cama

Aghhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh!

Este verano llegó la família “Kardashian”, que son como los Monster pero en más fino. Portugueses recién llegados a Lleida, todos emparentados, tres mujeres con tacones y maletas de polipiel con estampado de tigre y sus parejas, o hermanos, con zapatos de los chinos simulando los diseños italianos. Dudamos en preguntar si vienen a un fiestorro loco, pero insisten en que buscan Trabajo en el campo… y sí que trabajan, sí. Agotan sus días en el albergue y siguen trabajando. (Moraleja: a veces, y solo a veces 😉 , nuestra intuición…¡falla!)

Nuestro albergue no es un albergue de temporeros, sino un albergue de personas sin hogar que se colapsa en verano por ausencia de otros servicios de alojamiento que deberían existir pero no existen aquí (aún). En Lleida no hay manzanos en las calles pero da igual, es como si los hubiese. Los Kardashian trabajan y trabajan, pero su empresario, una ETT de malvivir, no les procura alojamiento. Pero como necesitan el trabajo, no denuncian, y como no denuncian, no hay caso. Y si denuncian, tampoco, porque el convenio se interpreta como a uno le parece, o así parece.

Llegan muchos extranjeros y, con ellos, nuestra necesidad de tener en el equipo mediadores y traductores. Este año Moustapha, nuestro interprete, el imprescindible, el amigo, escucha la llamada SOS de Laia: -Hijo mío, por la gloria de tu madre, pregúntale al Sr cuando llegó a Lleida… que solo me habla mandinga, el angelico…

-Moustapha:¿qweerrioerweteroptgsdjdkvnrdkljvzxdkvj<sdkfj<xzxcnm,cksdjfksjfol< Ksdncwendc skdcsejcksdmc, alskdmck sdcwlkemcwelkrf !!!·$·%$&%$&$%” ·”E”·$·VE ????? asdncjdc)·$((T·$(·”(%”·$(

-Temporero: usdfbdgmkzbasnkf<sjdo<sdlvmdxlvm<xk-lfk<sokfsñlffhtjyckjhvlbjk  akdncsdncsc  sdcdnrnvewcrejrcrc!

-Moustapha: Ayer

-Laia: ¿Tantas cosas y solo esto?

-Moustapha: Sí

-Temporero: No pasa nada, no pasa nada

Personajes curiosos tenemos a patadas. Karlo llega con gafas de sol estilo policía y tupé. Un gran tupé que cuida con esmero cada dia en el wc del centro. En la mochila, un bote industrial de laca como único equipaje. Un dia trató de arrancar el wc. Karlo no podía comprender que era motivo de expulsión temporal, por bestia. Que lo presumido no quita el estarse quieto y no arrancar cosas, hombre ya…

A veces alguien llega resfriado, como el caso de Mousa. Cuando estás de paso y no tienes dinero, sonarte los mocos puede ser un serio problema. Mousa llevaba una bayeta Vileda verde en la mano, a modo de pañuelo de los de antes, aquellos de algodón fino, pero este era moderno, fosforito, muy apañao, porque absorbe… pero a Montse no le molaba verle arrastrar la bayeta por la mesa, hasta que le dijo:

-Anda, vete al wc y coge un rollo de papel, te lo regalo yo, porqué si sigues así… ¡conseguirás hacerme olvidar mi vocación!

Otras veces los temporeros se enamoran perdidamente de la guapa trabajadora social. En estos casos, para tener más entrevistas, vienen con cosas así:

-Laura, es que he perdido los zapatos

-Laura, es que me duele la cabeza

-Laura, es que me han robado el móvil

-Laura…

-Lauraaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa…

….. ¡pesaaaaaaao!

(Si es que estar buena y ser trabajadora social, a veces, puede convertirse en un pequeño inconveniente ) 😉

Y sí. El Trabajo en campo es duro, muy duro:

– Está casado?

– Sí, muy casado

– ¿Cómo muy casado?

-Sí, campo casa mucho

Ahí es cuando te das cuenta que deberíamos preguntar más por cómo te sientes que por el estado civil u otros menesteres menores.

Otras veces haces de espectadora involuntaria de strippers. Sin querer. Claro.

-¿Podemos cambiarnos de ropa en un momento aquí en consigna?

Supones, bueno, que se cambiarán la camiseta, o los calcetines, los zapatos por chanclas…. ¿no? Pues no. Echas el ojo porqué tardan, silbando al entrar, ¡¡¡chicossss!!!! Venga que cierro, ¿eh? Y te quedas estupefacta. Muerta. Quieta. Sin poder mirar al techo. Ni al suelo. Solo puedes mirar a los ojos de los chicos fuertes, morenos, con sus abdominales y esa edad en la que todo vale, en la que, con la mayor normalidad, bailan desnudos como su madre los trajo al mundo, contentos, charlando, como los hombres cuando salen de la ducha en el gimnasio. Recogen sus zapatillas de deporte y sus gayumbos de la maleta como si ná….¿cómo que como si ná?? ¿¿¿No somos humanas las trabajadoras sociales??? Pues eso. Ahí Elvira estuvo fina, chicos, que yo esto no lo cobro, venga, aligerando en guardar “sus cosas” que cierro. Eso en un tono muy serio, que transmite enfado y mal genio, ofensa, de aquellos que te hacen llorar de risa, por dentro…

Y así, día a dia, trabanjando sin descanso, cerramos la oficina de atención a los temporeros. Se llama “oficina única de atención”. “Única” porqué es única, genuina, especial. Para resumir, la llamamos “OU”. Es decir, en castellano, “HUEVO”.

En junio abrimos de nuevo, a ver que nos depara la campaña.

Ahora se quedan por aquí los desahuciados de la campaña, los que enfermaron, los que eran transeúntes y personas sin techo camuflados de temporeros, los que eran menores, los que se despistaron entre los manzanos y nunca volvieron a su casa. Con ellos empezamos iglú, con niebla, con frio, con heladas. Por ellos y por los que ya teníamos, seguiremos luchando y disfrutando del día a día desde el Trabajo social