Comença el curs i ens inspirem amb nous relats. Aquest cop, de la mà d’Alba Pirla. Gaudiu dels divendres als serveis socials!

(Matisar que els relats son contes que poden ser inventats en la seva totalitat o en una.part./Ens serveixen per reflexionar en clau tragicòmica sobre situacions de la praxis quotidiana.

Aquest cas res te a veure amb la xarxa hospitalària de lleida, amb qui treballem de forma coodinada. O.almenys intentem, plegats, que funcioni bé l’encaix.)

De vegades el sistema pot fallar i això preten posar de manifest el conte. Ni més ni menys. Posar l’alerta en que cal treballar com millor poguem.


Los viernes, en Servicios sociales, tienen un algo de Murphy. De mucho Murphy. Una mano negra. Un viento en contra. Cuando tu espíritu vuela hacia el fin de semana, ese viento sopla  y te para. Son los “viernes”, ni más ni menos, un día temido. El miedo suele aparecer entre las 13h y las 15h. Es como una brisa en la nuca que te provoca un escalofrío,  porque suena el teléfono o llaman a la Puerta.

Cuando piensas en el vermut, en la semana de sobresaltos y casos difíciles  que has tenido, en tu familia, en tu escapada,… empieza a sonar el teléfono o al otro lado  de  la puerta del centro de Servicios sociales hay una urgencia – puede ser una víctima de violencia, un cadáver, o lo que es peor, un alta sanitaria no controlada.-

Conocemos la “puerta giratoria”  en pacientes complejos. La puerta giratoria es aquella por donde entras y sales del centro de salud a la calle y de ésta, en poco rato, como una peonza, vuelves a entrar. No te has curado, pero sales igual, y al no curarte, vuelves a entrar. Así todo el rato. Hasta que alguien para la puerta, se estropea, o te quedas enganchado en medio y alguien te saca del círculo.  Es como un remolino  del que sólo a veces sales en condiciones.

Es en ese circuito cerrado donde un ictus puede convertirse en una paraplejia “social”. Una afectación del 80% de la movilidad,  De origen básicamente social, por supuesto, aunque provocado por un problema de salud. ¿Os suena?.  Es un caso social, dicen. Son los ictus sociales, los terminales sociales, o los tetraplégicos sociales, por poner ejemplos. “Pobre”  del enfermo que además de serlo no tenga red de soporte, familia, una casa accesible, y encima sea “pobre”. Ese “pobre-pobre”  la ha pifiado si cae en manos de profesionales  potencialmente “inhabilitables”.-Dícese de “inhabilitable”  aquel que debería ser expulsado de la profesión por poco implicado, por poco ético y más cosas.-

Y hoy, por supuesto, que  es viernes, le ha tocado a Lucas y, una vez más,  a nuestro equipo.

Lucas ha estado en un recurso de salud y hoy tiene el alta. Una alta médica, que no social. Lucas, a sus 43 años  tiene las piernas amputadas, lleva pañales, necesita dos personas para hacerle la higiene, cambiar de postura y alguien que empuje su silla de ruedas. Parece ser que hace tres días Lucas recibió la noticia de que tenía que salir del recurso, y hoy sale´, sin excusas. El buscó una habitación de alquiler en casa de un colega. Hoy le han dicho que no existe tal habitación. (También hay colegas que da gusto tener, pero ese es otro tema…)Tampoco tengo claro como Lucas hubiese sobrevivido en una habitación sin cuidador, pero eso ya hubiese sido seguramente, el lunes.

Y llega “hoy”, y ese hoy ha sido un mal día para él. Aquí empieza el festival.

A falta de habitación realquilada en un piso sobreocupado y seguramente sin ascensor, le han trasladado en ambulancia (que aplomo tienen algunos de los y las ambulancieras) a un hotel, no en taxi ni por capricho e iniciativa de Lucas, no, sino a  propuesta del centro que le dio el alta. Como no podía ser de otra manera y por pura evidencia, en el hotel  no le pueden atender, ni cambiar el pañal, ni subir en brazos a la habitación con escaleras, ni Lucas  puede pagar, y ni siquiera tiene una reserva previa.  El hotel está lleno. La negativa del hotel al ver a Lucas le lleva de nuevo a la ambulancia (que paciencia tienen), y después ha sido trasladado, depositado, aparcado sin poner los frenos de la silla,   y olvidado, en el vestíbulo del albergue.

Porqué llegó al albergue os preguntareis. Pues a propuesta también de dicho centro que le dio el alta y empezó con este festival, os acordáis?. Bien, siguiendo dónde lo habíamos dejado, es decir, olvidado con un “ahora vuelvo, que aparco” del Servicio de traslados ante la cara de asombro de los profesionales  del albergue. Los profesionales sin salir de su asombro han dicho, discretamente  por no ofender al pobre hombre,  “oiga aquí este sr. NO puede dormir, que no hay derivación, que no puede moverse, que oigaaaaaaaaa!…” y espera que espera al chico del traslado que nunca volverá. Es como el que se va a comprar tabaco una noche, cierra la puerta con un “ahora subo” y nunca vuelve. Paquete entregado, escribe el repartidor  en su Tablet. Pero no hay ni la firma ni el conforme  del cliente. En fin.

Lucas se queda llorando, como un niño. En su silla, con una bolsa de plástico que contiene un informe de alta mira a su alrededor, es su único equipaje,  y pregunta hasta cien veces: “¿qué harán conmigo?” algo haremos, no se preocupe, está claro que Ud. poco puede hacer, caballero.  Yo también hubiese llorado. De rabia, de impotencia. De pensar que a veces el sistema te maltrata y te azota y solo puedes callarte y esperar si alguien “hará algo contigo”.

Cuando te recompones del mal rollo asumes que hay que moverse, y empiezas a tirar de uno y otro buscando la información del porqué ha pasado esto, y llegas a la conclusión de que puedes pasar de ser una persona dependiente a un trasto que no encaja en ningún sitio. Un objeto sin derecho a 2a oportunidad. Eres como una mierda, con perdón.

Nadie reconoce errores. Llamamos al SEM pero claro, Lucas no tiene nada agudo que le lleve a urgencias.

– ¿Podría decir que le duele algo, Sr  Lucas?…aunque sea un poquito…. –le decimos, con un susurro, a regañadientes-

Pues no puede, porque es mentira. A Lucas solo le duele la dignidad, y eso en urgencias no se cura. Se ha pinchado mal la insulina seguro que lo he visto, digo, ejemmm, … pero no es motivo suficiente para ser trasladado a urgencias del hospital.

Y de mentira en mentira  a cual más gorda que escuchas al otro lado del teléfono, y después de 126 llamadas, nadie tiene la solución. Lucas no puede volver al recurso de salud, nadie ató su salida, y es que Lucas daba mal rollo. Y ahora está en la calle. Gran vulnerable, paciente crónico, complejo, y aun así, con un alta médica en su bolsa de plástico atada a la silla de ruedas. Un informe que acojona por sus 21 diagnósticos y por la necesidad de atención en las actividades de la vida diaria. Un informe para enmarcar en el despacho del comité de ética del colegio oficial de médicos y de Trabajo social, por supuesto.

A las 18:00 seguimos pendientes de que alguien acepte a Lucas, de vuelta a donde le altaron y donde no quieren que vuelva. Es tan dependiente que es imposible que se quede con nosotros.

-Miren Uds. Lo ingresan de nuevo (porqué el paciente es “suyo”…) y el lunes se mira con calma si se puede atender y donde, però se mantienen en un NO sin fundamento, rígido, -esto va acabar mal….-

-Que NO.

Y es que, nos dicen del centro público, Lucas es desobediente, engañaba, hasta a veces insultaba. Un paciente poco agradable. Una vez fumó porros en la habitación. Su grado 1 de dependencia nunca llegó al 2 por chungo. La chunguez es algo que baja el nivel de dependencia, que lo sepáis. Pues te quedas con un grado 1, hombre ya, por chungo. Pero la chunguez no te devuelve la autonomía, sino que rebaja tu autoestima al nivel cero. Al nivel “infierno”.

4 horas de preguntas entre el equipo, del estilo: ¿Puede haber colegas así? ¿Puedes hacerle esto a una persona? ¿Es ético pasear un enfermo por los Servicios en busca de la plaza de tu perfil? ¿De quién es un usuario? ¿Por qué en viernes? ¿Lo metemos en un taxi y lo llevamos al vestíbulo del centro de dónde vino? –sí, claro, y de paso le ponemos un sello en la frente que ponga “ahora te lo he colado yo” ¿Por qué huyó el chico de la ambulancia?  ¿Dónde está el colega que debería dar la cara? Este ya se fue a las 14h. Seguro que sí que ha hecho vermut hoy.

A las 18h. Después de llamar a jefes, los jefes a los jefes de “lo otro” recibimos la llamada de traslado. Se lo llevan. El “paquete” de la silla de ruedas se va a otro sitio. ¿Dónde? No lo sabemos. Seguramente de vuelta al sitio donde empezó el trayecto. Dudo si vendrá SEUR o una ambulancia.

Tirando del hilo parece ser que alguien que no se identificó, llamó a las 13h para decir que trasladaban a un enfermo. Y colgó. Buenas prácticas de Trabajo social en un sistema de salud, dignas del Nobel de Servicios sociales.

Cada uno deriva, coordina un caso, y trabaja como le da la gana. Pero trabajar así es digno de una patada en el culo. Por inútil. Por falta de ética. Por inhumano. Por qué  esto està feo, muy feo,  y en viernes, más.