-Esta entrada colaborativa pretende reflexionar sobre las políticas actuales en materia de garantía alimentaria. Y aportar otras posibilidades para el debate sobre el contexto actual de gran precariedad económica, que genera estas dificultades para combatir la insuficiencia alimentaria de tantas familias-

Hace ya unos días tuvimos el lujo de pillar al vuelo un intenso debate en las redes sobre una nueva ley que se debate en el congreso. Un proyecto de ley que el PP propone para facilitar la donación de alimentos. Karina Fernández, en su blog trabajo social crítico,  (¡recomendado!) explicaba  que no se debatirá en la comisión de servicios sociales, sino en el pleno del congreso. En ella se plantea vincular el aprovechamiento de desperdicios con la donación de alimentos.

El nuevo proyecto de ley se justifica planteando que se desperdicia mucha comida en las grandes superficies y empresas agroalimentarias, incluso de productos frescos, que terminan en la basura. Y añaden literalmente, que esa comida que iría destinada a la basura, se destine a la donación de alimentos para personas en situación “desfavorecida”. ¿Os escandaliza? A mí también, decía Karina.

Ahí está el nuevo proyecto de ley que seguramente dará que hablar los próximos meses. Pero, para empezar y habiendo anunciado las nuevas medidas, vamos a explicar para los que no tenemos ni idea, cómo funcionan los excedentes y las donaciones  actualmente. Karina explica en su blog:

“Hay unos fondos europeos, los fondos FEAD (fondos europeos de ayuda  a desfavorecidos) que destina 100 millones de euros al año a España para cobertura de necesidades básicas. Esos 100 millones tienen que ser el 85 % de la financiación, exigiendo el 15% a España. Lo gestiona el Mº de Agricultura.

Los Objetivos del Fondo de Ayuda Europea para los Más Desfavorecidos (FEAD) (2014-2020) son promover la cohesión social, reforzar la inclusión social y, por lo tanto, contribuir a alcanzar el objetivo de erradicar la pobreza en la Unión que persigue lograr el objetivo de reducir en menos de 20 millones el número de personas en riesgo de pobreza y exclusión social, de conformidad con la Estrategia Europa 2020. (Y hasta aquí nos preguntamos si debe ser el Ministerio de Agricultura quien gestione este tema…o si hay otros Ministerios implicados)

El FEAD, dice la web, contribuirá a lograr el objetivo específico de paliar las peores formas de pobreza, suministrando ayuda no financiera a las personas más desfavorecidas en forma de alimentos y/o asistencia material básica y actividades de inclusión social de las personas más desfavorecidas. (¡ah vale! ¿entendemos que es una acción más ?)

La concreción (o una de ellas, a ésta si que hemos podido llegar) es que se saca a licitación de empresas, determinados productos que decide entren en la bolsa de alimentos. Y los compra a quienes se presentan (legumbres Luengo, galletas Cuétara etc). Estos son suministrados a dos organizaciones asociadas  de distribución   (OAD): la Federación de banco de alimentos (FESBAL) y Cruz roja. Y a ellas se asocian organizaciones asociadas de reparto (OAR) autorizadas por el Mº y que tengan capacidad administrativa, operativa y financiera, y puedan realizar (se les exige) un seguimiento de las mismas. Porque Europa pide seguimiento y apoyos personalizados, es decir, intervención social, salvo en el caso de Personas sin hogar. (Vaya usted a saber por qué). Para más información, consultad la página oficial.

Por ejemplo, en Lleida recibe los alimentos procedentes del FEAD el banco de alimentos, y las OAR –entidades del 3r sector mejor o peor preparadas para garantizar el seguimiento, diagnóstico de las familias, etc y el propio ayuntamiento- , que se encargan de distribuir los alimentos. Hace años que des del banco de alimentos se intentan corregir cuestiones como que las entidades que distribuyen no se basen en criterios benéfico asistenciales sino que sean derivadas las familias desde los servicios sociales. Aun así, las colas en las puertas de las entidades se repiten cada martes, o jueves, depende del dia y a la entidad. También puedes percibir ayudas extra haciendo intervención social y acciones de seguimiento sociolaboral.

Pero si nos fijamos en las colas del hambre, ahi siguen. Para vergüenza de los que van, en muchos casos, y que creemos que debería ser de  “vergüenza ajena” de los profesionales que consentimos estas acciones. ( Estamos sensibles).

Existe un documental ouróboros: la espiral de la pobreza oficial. Este documental (recomendado 2) aborda desde un punto de vista crítico el significado y las consecuencias de la caridad empleada como herramienta de atención a la exclusión social. Sobre todo en estos tiempos de crisis, afirman, en que se agudizan las carencias de necesidades básicas en franjas de población cada vez mayores se está produciendo un trasvase de recursos públicos hacia instituciones de caridad de carácter religioso. Tanto los proyectos de movimientos sociales basados en la solidaridad y la reivindicación como la asistencia social pública, ambos fundamentados en los derechos de las personas, han chocado de múltiples formas con esa manera de abordar la pobreza en que a menudo se vulnera el respeto a la dignidad y se oculta el origen de la desigualdad que nos lleva a situaciones como las que vivimos.

Entre mil cosas más reconoce una OAD que tienen las bolsas transparentes para los “pobres acostumbrados”, y cajas de cartón (opaco) para los “nuevos pobres avergonzados”. Así nadie ve que dentro está el atún donado.

Desde la dignidad y la justicia social con que creemos deberíamos movernos, ¿no es humillante como estamos abordando la pobreza alimentaria?

Hace poco publicaron en SIIS  (Centro de Documentación y Estudios, Fundación Eguía Careaga,) el libro , Banco de alimentos. ¿Combatir el hambre con las sobras?, de Gascón y Montagut (2017) El documento  es uno de los pocos estudios dedicados a este tipo de organizaciones. Trata de averiguar qué papel juegan estos bancos en la reducción del desperdicio alimentario y en el suministro de comida a los hogares con menos ingresos: es decir, si cumplen eficientemente los objetivos para los que fueron creados.

Tras investigar cómo se produce el despilfarro de alimentos que los bancos pretenden atajar, los autores llegan a la conclusión de que “el volumen acumulado de alimentos desperdiciados es directamente proporcional al predominio del modelo agroindustrial”. Los bancos de alimentos serían, según esta investigación, una “pieza clave” de este sistema, debido a dos razones. Por un lado, el grueso de los productos distribuidos por los bancos de alimentos procede de donaciones de las propias grandes industrias alimentarias, las cuales obtienen por ello beneficios fiscales y de imagen. Por otro lado, las recogidas populares de alimentos que organizan periódicamente estos bancos repercuten positivamente en las ventas de las grandes cadenas de hipermercados y supermercados, donde se adquiere buena parte de los productos que se donan en estas campañas.

Los investigadores afirman que aunque puede ser necesaria en determinadas circunstancias, la entrega de comida responde a un modelo de intervención asistencialista y estigmatizante, incapaz de resolver los factores que impiden a las personas conseguir alimentos por sus propios medios. En suma, los autores sostienen que “enfrentar el hambre con las sobras no es eficaz ni para luchar contra la pobreza alimentaria, ni para reducir el desperdicio”.

Claramente, la pobreza alimentaria tiene que ver con “otras” pobrezas. Así, no poder comer es proporcional a no poder cocinar por falta de suministros, a no poder pagar el alquiler, a no comprar medicación, ni productos de higiene…  Pedro Celimendiz  hizo hace unos dias en su blog, Tribulaciones de un chino en servicios sociales, una descripción de los tipos de pobreza con apellidos. Pobreza Pérez. vale la pena leerlo.

Y asi nos preguntamos: Pobre “alimentario”,  ¿cómo cocinas? –Aquí podemos hacer hincapié en el hecho, entre otros, que parte de las familias rechazan algunos alimentos del FEAD porque su cocción es excesiva y no pueden permitirse tantas horas de consumo de gas o luz, por ejemplo.-

Por todo esto (resumido rápidamente y seguramente con necesidad de matices y una mayor extensión que no cabe en un post) y en contra de las políticas actuales rancias existentes,  creemos necesario no callarnos y reivindicar, incluso exigir a nuestras instituciones, una nueva mirada hacia este tema. Podríamos hacer alguna propuestas, aunque seguro que existen muchas más:

  1. Garantizar con rentas básicas los ingresos para las familias y personas que no tienen recursos. (Pedir políticas de inclusión laboral y de empleo activo o de reducción de la precariedad laboral igual sería mucho pedir…). Rentas suficientes, vengan de donde vengan, con las que cada uno decida si come sopa, verduras, frutas o si le da el capricho al niño para se coma un flan el día de su cumpleaños (Alabado sea el señor) . Rentas en las que coman todos, de forma nutricionalmente equilibrada, que garantice la salud de todos y el crecimiento de los menores. y que además atajen las “otras pobrezas” o al menos, las palien.
  2. Invertir (reorientar, vaya) las partidas económicas del FEAD en ingresos a los Ayuntamientos para que hagan planes de garantía alimentaria dirigidos a las familias que lo necesitan: (temporales, con el objetivo que dispongan de ingresos para cubrirlas por ellas mismas):
    1. Tarjetas de supermercado periódicas con las que vas a comprar lo que necesitas y nadie se entera.
    2. Estableciendo acuerdos con restaurantes y bares de los barrios donde las familias puedan comer y/o cenar en caso que no tengan ingresos y pagar mediante ayudas de urgencia social directamente al proveedor del servicio.
    3. Establecer acuerdos con negocios de comida para llevar. Entras, recoges los menús, te los llevas y casa y te los comes. Por el módico precio de 5€. Entra pan y bebida. También mediante ayudas de urgencia
    4. Impulsar huertos comunitarios. ¡Ahhh colegas! Esto lo estamos probando por nuestra tierra y funciona. Te relacionas, aprendes horticultura, produces verduras frescas que te cocinas o preparas en casa. ¿No es más digno esto que ir a buscar cuatro acelgas oxidadas –donación de un super bondadoso que ha cedido a una entidad caritativa que a su vez reparte tus acelgas tres días después- A la vez, generas autoayuda, vínculos, interacción, oportunidades de hacer nuevas acciones/proyectos surgidos de los intereses y necesidades de las propias familias (hace poco nos proponían tener gallinas)… Una vez al año, o más, haces la comida popular del huerto, potencias la comunidad,…¿y quien sabe que no tienes ni para comprarte un tomate? Digo por experiencia que los productos ecológicos que además produces tú, te llenan de “orgullo y satisfacción”, además de llenarte el estómago con la mejor calidad 😉
      1. Tenemos una nueva propuesta urbana para los de grandes ciudades que no tienen tierra cultivable cerca de los barrios de alta densidad y concentración de asfalto. Pequeños huertos urbanos en espacios accesibles para cualquier vecino (esto viene de Italia, creo, vamos a ver si lo podemos impulsar por aquí…)
    5. Tambien se pueden hacer talleres de aprovechamiento de los alimentos. Anda que no se aprende de las abuelas, o de ciertas culturas, que con los huesos del pollo hacen menús dignos de estrellas Michelín. O hacer mermeladas y conservas, como antes, te dá alimentos para todo el año –te preparas la despensa para verlas venir, si, como en la postguerra, por ejemplo…-

Y así, más cosas. Nos consta que alguna OAD ha dejado de jugar a este juego. Hacen intervenciones directas a las familias, y les permiten financiar sus comprar directamente en los comercios, y a poder ser, los de proximidad, los del barrio, los del lado de casa: la panadería, la verdulería, la carnicería de “abajo”. De este modo se genera también economía en los barrios donde también suele concentrarse población empobrecida.

Estamos seguros de que seríamos capaces de formular alternativas a las colas del atún.

Sin dejar de exigir políticas de derechos y de justicia social que den respuesta a todas las necesidades de los “pobres”, es decir, eliminar los apellidos y decir las cosas por su nombre, que duele más pero es más realista.

Post col.laboratiu. Àgora de treball social de Lleida. 3 de desembre de 2017