El pasado jueves 29 de febrero, y por undécima vez, y no última, Àgora de Treball Social nos convocaba para reflexionar y debatir alrededor de la desprofesionalización del trabajo social.

Con algo de retraso y habiendo alcanzado un quorum de unas cincuenta personas asistentes, daba comienzo el encuentro en la Vermuteria Lo Carrincló, repleta de jóvenes (y no tan jóvenes… :)) entusiastas del trabajo social.

¡Por muchos años a los tardeos de Àgora de Treball Social!

La desprofesionalización del trabajo social

Carolina Blàvia Galindo, trabajadora social, colega, amiga y simpatizante de Àgora de Treball Social, con amplia experiencia como trabajadora social en el tercer sector social, y actualmente, volcada en la docencia universitaria y en la investigación en trabajo social, nos introducía en el tema. Ella misma, unas semanas antes, ya escribía un post en Àgora sobre este tema candente, que, visto el éxito de asistencia, provoca gran interés y es de gran actualidad en estos momentos. puedes recuperar el post aquí

Su trayectoria profesional como trabajadora social se inició hace ya “algunos” años en ámbitos como las migraciones o las adicciones, aunque para esta ocasión quiso poner como punto de partida cuando fue contratada por Cruz Roja para realizar un estudio de detección de necesidades en el ámbito social en la comarca de la Noguera. Posteriormente fue contratada para iniciar el Plan de Desarrollo Comunitario en el municipio de Balaguer, que también lideraba Cruz Roja.

A partir del año 2008, con en inicio de la crisis española, empezaron a caer muchos programas y proyectos (proyectos ocupacionales, planes de desarrollo comunitario, etc.), cada vez se hablaba más de calidad, excelencia, transparencia, burocracia, etc. y paralelamente se iba extendiendo la utilización de plataformas como Facebook, etc.

La organización en la que trabajaba se verticalizaba e instauraban la intervención social por proyectos. Carolina nos explica que no se sentía cómoda con estos cambios, y por ese motivo empieza a plantearse dedicarse a la docencia, otras de las áreas profesionales que también se contemplan en el Libro Blanco del Título de Grado de Trabajo Social.

Comparte que existe un “vacío” en la investigación sobre la contratación de trabajadores sociales en entidades no lucrativas o Tercer Sector de Acción Social.

Según datos facilitados por el Consejo General del Trabajo Social es en el TSAS donde trabajan un 25% de las trabajadoras sociales, pero se desconoce si ejercen como tales. Parece ser que una de cada cinco trabajadoras sociales en el TSAS es contratada como tal, pero del resto no hay datos.

La profesión nos da una base, un marco de actuación y una protección legal, ¿pero si no nos contratan como tal, qué hacemos?

Cita a la autora Arantxa Hernández, quién argumenta que estamos viviendo un proceso de desprofesionalización en que ya no es tan importante el proceso de ayuda como sí lo son los criterios de eficacia y eficiencia.

Y cita también a José Luis Solana, quién recoge el enfoque de los “wicked problems”, es decir, problemas perversos. Y de que las trabajadoras sociales debemos plantearnos la posibilidad de que algunos de los problemas sobre los que actuamos son perversos. Y por lo tanto hará falta un trabajo creativo, artesanal, de observación constante y en el que la sistematización no servirá.

Todas las personas, grupos y comunidades son diferentes. Las personas deben ser acompañadas atendiendo a sus particularidades y singularidades. Y esto se tiene que tener presente para defender la profesión del trabajo social.

Hablar de la profesión nos puede ayudar dice Carolina a cambiar virajes.  Ella, vinculada al TSAS y dónde desarrolló su carrera como trabajadora social, vivió un proceso de desprofesionalización.

Y ahora nos interpela a nosotras, ¿Qué nos sugiere la desprofesionalización?

Y podemos ver que nos sugiere muchas, muchas ideas, que desde una profunda reflexión colectiva, podemos resumir en:

Hemos de reconocer nuestra culpa a la hora de favorecer la desprofesionalización y plantearnos si nos falta algo de autoestima.

En el plan de estudios del Grado de Trabajo social se recogen los métodos de trabajo social individual, grupal y comunitario. ¿Por qué no hacemos grupal y comunitario? ¿Porqué no queremos? ¿Por comodidad? Hace falta hacerlo y no pensar tanto.

  • Se señala la petición de las trabajadoras sociales sanitarias al Ministerio de Sanidad para el reconocimiento del trabajo social como profesión en el sistema sanitario ante su exclusión reciente en algunos textos aprobados, luchando así para que la profesión sea reconocida y valorada como se merece.
  • Técnicas de Integración Social (TIS) mencionan estar contratadas como tal, se les dice que son una educadora más del centro, pero no cobran como tal. Y haber contratado recientemente a una trabajadora social en el equipo a quién relegan exclusivamente el tema de las subvenciones.
  • Asociarnos a rellenar formularios es triste. ¿La Administración obliga a hacer muchos trámites, se podrían simplificar? ¿Los podría realizar personal administrativo? Hemos de volver a la esencia del trabajo social y entrar en contacto con las personas.
  • En un Centro de Atención Primaria de salud se menciona que, ante la baja laboral de la trabajadora social, se aprovecha la reciente contratación de una TIS para suplir las funciones de la TS.
  • Catarsis con frases como “primero son los papeles y un segundo término las personas”. “Primero rellenamos el formulario, y ya, si eso, si tenemos tiempo, hablamos con las personas usuarias del servicio”; en un servicio de centro residencial para personas mayores.
  • Otras refieren que allí donde están trabajando no se diferencian las funciones del educador social, con las del trabajador social.
  • La profesión de trabajo social es una profesión feminizada. Y las profesiones feminizadas nunca han tenido el prestigio de lo masculino. Ello puede conllevar la desvalorización del trabajo social. Además, ésta nace como evolución y para superar la caridad. Se sigue asociando el trabajo social a “dar cosas” y ello entorpece que se nos pueda reconocer como profesión y dar el valor que tenemos. Falta mucha pedagogía por hacer. No se entiende la profesión, ¿sino me vas a dar un piso para qué vengo?
  • Escuchar a las personas y poder devolverles “lo malo” que les pasa también es una prestación, la prestación más humana.
  • ¿Somos como la navaja suiza del ámbito social?
  • Hay quién dice que se ofertan más puestos de trabajo para educadoras sociales, y que las ofertas que aparecen de trabajo social son de pocas horas semanales, aspecto que no nos dignifica como profesionales.
  • Se señala la gran diferencia existente entre trabajar en el sector público o hacerlo en el privado. Y como cada vez hay más trabajadoras sociales afectadas por el convenio de acción social que trabajan para entidades y empresas que licitan servicios a la administración. Administraciones que cada vez más deciden externalizar sus servicios en estas entidades y empresas. Y como éstas suelen pedir técnicos de acción social, y no trabajadoras sociales propiamente.
  • Se señala el creciente mercantilismo en la intervención social y el feroz capitalismo de lo social, y como la externalización de los servicios y proyectos sociales no deja de ser otra forma de dominación del capitalismo.
  • En las aulas universitarias aprendemos cosas que después no sabemos o no podemos aplicar en el espacio de trabajo en el que nos encontramos. Y hay muchas personas que sólo nos tienen a nosotras, sino nadie los defiende ni lucha por sus intereses.
  • Se subraya que es muy significativo que en el encuentro de hoy la gran mayoría de los asistentes sean jóvenes, ¿dónde están las trabajadoras sociales que hace años que trabajan? ¿Han tirado la toalla? ¡NECESITAMOS QUE NO TIRÉIS LA TOALLA!, grita una joven.

¿Y qué hacemos?

  • No hemos de tener miedo.
  • No tenemos que dejar que nos tomen el pelo y hemos de exigir: el tratar con las personas no es un negocio.
  • Tenemos que ser capaces de imaginarnos el mundo que queremos y transitar del sueño a la realidad. Existen nuevos ámbitos donde desarrollar el trabajo social: medio ambiente, nuevas tecnologías, inteligencia artificial, etc., y tenemos que ser capaces de intervenir y promover cambios.
  • Hemos de aprovechar la desconstrucción para construir juntas el trabajo social que queremos.
  • Organizarnos, crear debate, una estructura de defensa de los derechos en la que se confíe. Sumar, actuar de forma conjunta y no de manera individual.
  • Saber cual es nuestro lugar, y darnos ese lugar.
  • Se plantea también el uso que se pueda dar a las redes sociales, como TikTok, para dar a conocer la profesión y divulgar nuestro trabajo. Se mencionan algunos creadores de contenido relacionado con el trabajo social.
  • Otros dicen que las redes sociales ya no son sociales, son redes. No hay interacción. Y abogan por la presencialidad. El aquí y ahora, la escucha es aquí y ahora.
  • Decir basta y que no se quiere trabajar en determinadas condiciones.
  • Creérnoslo. ¡Creer en los que nos motiva, lo que nos emociona, lo que nos remueve y hacerlo!   ¿Qué me apasiona? ¿Qué me hace vibrar? ¡A por ello!
  • Aprovechar la juventud y la flexibilización actual del mercado que da un aprendizaje muy diversificado. Buscar el espacio en el que nos sintamos más cómodos y desarrollarnos como profesionales. Por suerte hay muchos ámbitos en los que ejercer y desarrollar la profesión de trabajo social.
  • Y valorar asociarnos para luchar por la mejora salarial, contractual, de funciones, etc.
  • Como decía una compañera en un “Parlem de …” anterior, las trabajadoras sociales no podemos tramitar porque hemos de intervenir, y no a la inversa, aunque para algunas sea más fácil ejercer el trabajo social haciendo trámites.
  • Reivindicar más en los medios de comunicación, explicar qué pensamos, qué hacemos, darnos a conocer. ¿Dónde queda el trabajo social que se está realizando con las víctimas del incendio del Campanar? Desde lo acontecido las muestras de reconocimiento hacia el colectivo de bomberos se ha visto reflejada en los diferentes medios de comunicación, pero el trabajo social queda invisibilizado. Un trabajo social que no sólo actúa en la urgencia, sino que su intervención va más allá, trabajando en la restauración de las vidas de las personas y familias afectadas por el incendio. ¡SOMOS HÉROES!, grita Isma.

Y de nuevo, nos reencontraremos todas en la Celebración del Dia Mundial del Trabajo Social

Nada puede ser peor que el miedo de haber desistido demasiado pronto, y no haber hecho un esfuerzo más que podría haber salvado al mundo.

Jane Addams.