Laura Haro ens fa un magnífic relat sobre una dona sense sostre. Disfruteu-lo per començar la setmana!

¿Y ahí, estaré calentita?

Cuando llega el invierno muchas ciudades activan sus dispositivos de alojamiento invernal para aquellas personas que se encuentran en situación de calle. En nuestra ciudad, sumergida en una niebla que reduce enormemente la visibilidad y con inviernos húmedos y muy fríos, también. Cuando la niebla se disipa nos permite divisar con mayor claridad nuestras calles y edificios.

Las personas que se encuentran en situación de sin hogar, a pesar de su cercanía física, se encuentran envueltas muchas veces en una niebla permanente, rodeadas de prejuicios y estereotipos y con realidades que nos son desconocidas.

Cuando era pequeña y veía a alguna persona viviendo en la calle siempre me preguntaba lo mismo: Antes, esa mujer fue niña. ¿Qué le pasó?

Sus historias de vida muchas veces superan la ficción y tienen poco de comedia y mucho de drama, e incluso terror. Pero los seres humanos tenemos la capacidad de superar circunstancias traumáticas y salir adelante: P’alante!, como dice una grande.

Hace pocas semanas que atendemos a Lola desde nuestro centro -especializado en la atención a personas en situación de sin hogar- aunque ésta tiene ya una larga trayectoria en servicios sociales. LOLA siempre me ha parecido un nombre con una enorme personalidad. Mi abuela se llamaba Lola. Ella se encuentra en situación de calle. Las mujeres son minoría en ésta situación; igual que el número de mujeres que se encuentras acogidas en albergues, pero cuando nos llegan están en peor situación. ¿Qué pasado por el camino?

La invisibilidad de la que hablaba, en el caso de las mujeres sin hogar se acentúa aún más.  Sufren un doble estigma social, estar en situación de sin hogar y ser mujer.

Mujeres atrapadas muchas veces en relaciones de pareja y vínculos afectivos que no quieren, pero con los que combaten su soledad. Que sienten la presión de que se les ha pasado la maternidad y que no han podido o sabido ejercerla. Con mucho sentimiento de culpa y dolor. Que arrastran procesos de socialización muy duros y normalmente con problemas de adicciones y de salud mental importantes.

Con la esperanza de tener otras oportunidades y de poder ejercer su rol de madres como ellas quisieran o como la sociedad les exige.

Con ganas de salir adelante y de ponerse en pie. ¡P’alante!

En la primera entrevista con Lola fue más un escuchar que un hablar. Ella tenía ese día bastante incontinencia verbal, hablando de forma desmedida y  queriéndome explicar acontecimientos muy dolorosos y íntimos de su pasado, excesivos e innecesarios para una entrevista que tenia como finalidad conocernos y contextualizar la nueva atención.

A la siguiente entrevista no se presentó y en las sucesivas tiende a irrumpir en el despacho como un ciclón mucho antes de la hora en que está programada, yo le pido por favor que espere su turno y que no interrumpa las entrevistas y ella se marcha enfadada y gritando cosas que no logro entender, pero que suenan mal. ¡Ahí estamos!

Ayer estaba citada, y como siempre llegó muchas antes de la hora programada e irrumpió en el despacho:

-Lola, estoy atendiendo, espérate abajo, y ya te llamaré.

-Pero es que…

-Lola, estoy atendiendo a una persona, ven a tu hora.

-JHOGAOIHHDFAOIU9OPEHGAHJEOLJG!!!??!!!

Más tarde… y a su hora, Lola me explica que ha tenido que dejar la habitación en la que se encontraba porque ha tenido algunos problemas y desacuerdos con el dueño del piso y se encuentra en la calle.

 

-Me tienes que dar alojamiento.

-En estos momentos,  y dadas las bajas temperaturas está funcionando el programa Iglú…

Lola se pone seria, abre sus ojos como platos y me corta en seco.

Lola: ¿Ahí me vas a meter?, ¿en una casa de osos?; ¿y ahí estaré calentita?, ¿y dónde está eso?…

Ahora soy yo quién tiene los ojos como platos porque me lo está diciendo en serio. Igual es que yo también hablo raro y por eso no me entiende.

Y ahí seguiremos, día  a día, construyendo con ella el proyecto de vida que quiera.

Y seguiremos sorprendiéndonos con sus historias, sus respuestas, sus procesos y sus capacidades. Nada está escrito.

Laura Haro

En Lleida a 25 de noviembre de 2017