La semana pasada abríamos un nuevo relato sobre perros, gatos, joyas de comunión freudianas y almacenes que albergaban una caravana. El caso Salvar a Willy sigue vigente. (Léase al final).Prometíamos dos casos animalistas más, aquí van:

Caso 3.Los gatos no bailan. Llega al servicio una pareja de italianos con un supermegagato  siamés enorme atado con una graciosa cinta de terciopelo rojo. Necesitan alojarse y descansar unos días. Los italianos se muestran decepcionados cuando Manolo les informa de que no se admiten gatos en el albergue. (Nota al móvil: tenemos que revisar el tema animalista en nuestro albergue). Giovanni e Immacolatta necesitan descansar, después de muchos días andando dirección nadie sabe dónde, allí donde puedan desarrollar sus capacidades artísticas y artesanas. Caen bien los italianos adorando a Luigi, el gato siamés. Hippies descolgados de su época, abrazando la revolución sexual y el amor libre, que ciertamente, generan cierto romanticismo. Así que Manolo propone acoger al gato unos días hasta que la pareja no consumista se muestre activa para partir. Mientras tanto podremos observar una relación de mujer de 20 años recién cumplidos y hombre de 48, pasados de vueltas, que a través de la meditación y sus motivaciones artísticas, andan por el mundo alternativamente.

Manolo contacta con una protectora de gatos. Necesitamos acoger unos días a Luigi, que con su mirada azul incrimina al compañero, receloso, por hacer algo que lo aleje de sus dueños. Así que la Sra. María Rosa, voluntariosa donde las haya, se presta a acoger al gato en su casa. Pero hace preguntas:

-¿Es macho?

-Señora, no sé si es macho o hembra, es un gato, ¿no da igual?

-no, si es macho….¿Está capado? porque si no está capado.,….!habrá que caparlo! Dice.

Manolo se ríe. Perdone señora, es que yo de gatos no…..si, sí, claro, comprendo, es muy importante que esté capado. ¿Qué si no capamos al gato no lo acogen? Madre del amor hermoso.

Sube Manolo y con gran solemnidad pregunta al equipo. ¿Alguien sabe capar gatos?

Y es que en servicios sociales igual haces un roto que un cosío, te embarras hasta el cuello, te enseñan almorranas a ver qué opinas tú, que se ve que sabemos mucho, o te enseñan el refajo, o … en fin. Risas, Manolo, ¡te está pasando factura este curro! Pues si hay que capar al gato, se capa. Finalmente los dueños se ven con la tesitura de capar o no a su mascota, es su responsabilidad, no la nuestra, solo nos faltaría escribir las últimas voluntades del bicho.

Pues yo creo que es una putada para la bestia. La castración es la extirpación quirúrgica de los testículos en el macho y entonces, cuando las hormonas sexuales ya no son producidas, las apetencias sexuales del animal quedan suprimidas y por lo tanto, también el celo y el comportamiento que éste suponía. Giovanni y Immacolatta, amantes del amor libre, no lo acaban de ver, pero escoger entre dormir en un cajero o capar a su gato tiene su punto así que finalmente, el pobre Luigi acaba en el veterinario de la mano de la voluntaria, que sufraga los gastos de su bolsillo.

Al dia siguiente, la pareja, encantadora, por cierto, tiene un subidón de rock psicodélico y Groove, y se pegan una fiesta de marihuana y alucinógenos LSD y otras drogas con la intención de alcanzar estados alterados de conciencia; en realidad una forma de rebelarse por la homogeneidad de conceptos que ofrece el sistema, pero yo creo que en fondo la culpa la tuvo capar al gato. Porque “Groove” es un “sentimiento”, y “una sensación intuitiva” de que, en este caso, algo no va bien. La pareja acaba rompiendo puertas y cristales del albergue, y rompiéndose la cara entre ellos, acabando detenidos. Violencia fruto del desenfreno mezclada con pacifismo verbal previo del barato.

Los italianos desaparecen, marchan a otro destino, quien sabe dónde, sin tiempo material para poder intervenir, conocer, aparte de acoger. Una lástima. Hay casos que te quedas con las ganas de hacer más. A veces, que te caigan bien es síntoma de que te acabaran cayendo, ¿mal? Caer bien o caer mal, emociones a controlar desde el trabajo social.

Ah, sí, perdón, el gato. Los amantes del amor libre, capan al gato, se largan y… ¿Tú has preguntado por el gato?… pues eso.

Caso 4. ¿Quién engañó a Roger Rabbit? Lucía es una usuaria encantadora, también. Amable, educada, graciosa, simpática….cuando está de buenas. A sus 59 años, lleva más de 10 años circulando por el mundo hasta que, un día, llegó a Lleida. Por el clima desde luego que no se quedó aquí, porqué decidir dormir al raso bajo la niebla tiene su qué. Pero encontró la zona alta adecuada para encontrar maneras de sobrevivir al margen de su pensión de invalidez, de más de 1000€, de cuando era maestra. Los educadores de calle visitan cada dia a Lucía. No quiere utilizar el albergue porque dice que prefiere ser libre. Tampoco quiere pagarse una habitación de hotel. Así que Lucía, con su saco de dormir y sus cartones ha encontrado en los bares de la zona una manera cómoda de tener el café con leche, el bocata o croissant, unos macarrones o un tupper de sopa, que los angustiados vecinos y comerciantes le dan cada dia. Llegan partes de la policía local, alertas de los vecinos, de los comercios, de los bares. El Ayuntamiento, ¿por qué no hace nada? Y dale. En el fondo es una mezcla entre lástima y “quitendeaquialaseñoraperoYA”, que nos descompensa el karma. La Sra. Lucía llegó hace 7 meses a Lleida. Con un conejo. Sí. Un conejo.

Los conejos tampoco son bien recibidos en el albergue (Nota en el móvil 2, ¿para cuándo habilitamos un espacio en el albergue?). Ahora Lucía ya no duerme al raso. Un comercio y su dueña han decidido adoptarla, si, como la Protectora al pequeño y gruñón Willy,  y le dejan un despacho. Si, un despacho. Cuando cierran la tienda, Lucía entra con su conejo, la encierran con llave en el despacho y bajan la reja de la tienda. Así de fácil. Dentro, Lucía puede beber su dosis de Don Simón, fumar a su antojo y dormir, con su saco y sus cartones, en el suelo. Pero ya no está al raso. Y si no está al raso, no se ve. _I si no se ve, todos tranquilos. Y si hay un incendio en la tienda o Lucía se encuentra mal, pues ya si eso….entonces se verá, desde luego. En tv3, en el periódico local y en las redes sociales. Veo el titular: “una pobre indigente acogida por un espontáneo……”

Lucía, libre de día, presa por la noche, en un despacho.

El buenismo, práctica ya demasiado habitual, que nos está empezando a desquiciar a los y las trabajadores sociales, lo usamos para designar determinados esquemas de pensamiento y actuación social que, de forma bienintencionada pero ingenua, al margen de conocimientos técnicos y basados en un mero sentimentalismo carente de autocrítica hacia los resultados reales, demuestran conductas basada en la creencia de que todos los problemas pueden resolverse a través de la solidaridad mal entendida. Es como si la Sra. de la limpieza de un hospital decidiese operar por su cuenta de cataratas a un paciente ingresado por un ictus. Ei, pero con toda la buena intención, ¿eh?

Nota para los buenísimos voluntariosos/as y bondadosos/as ciudadanos/as donde los haya, que deciden adoptar a un pobre: ¿podrían dejar de hacer barbaridades y dejarnos trabajar? Gracias.

Respecto a Willy, el perro gruñón dado en adopción queriendo pero ilegalmente, mañana se reencontrará un rato con su dueño, que sale del hospital un día de permiso. Podrá ir al domicilio, es decir, al almacén donde guardamos sus carros de Mercadona con bolsas de basura que contienen una vida. El dueño continuará unos meses ingresado en una larga estancia, a ver si se recupera. Todos esperan que no salga, que Willy se quede con su nueva abuela deliciosa adoptante (ilegal). Solo me ha costado invertir una mañana, sumando a las mil horas de dedicación de buen rollo de los educadores, y mentir: Soy la jefa de servicios sociales. –es mentira, vale, coordino mi área de inclusión pero tampoco me piden el curriculum, ¿no? glups  ;)- o devuelven a Willy o acabaremos con acciones legales. Eso repetido unas 20 veces, añadiendo, desde el cariño, ¿eh? Que Uds. Han salvado la vida del animal, que sí, que se hubiese muerto de pena en la perrera, que sí, que, como dice Alícia, la trabajadora social más gore del equipo, la perrera es como un albergue y, la protectora, como una plaza de sociosanitario, que vaaaaaaale. ¿A qué hora dice Ud que traen a Willy el lunes? Perfecto, gracias.