Post escrito por las mujeres de àgorats, que queremos seguir siendo libres… y por los hombres agorats, que quieren nuestra libertad e igualdad. Lo dedicamos a Simone de Beavoir en sus 111 años de nacimiento.
Me llamo Marta, soy mujer, de 35 años, casada y con tres hijos. Era trabajadora social hasta hace dos años. Digo “era” porqué unos políticos teócratas llegaron a nuestro gobierno y ya no pude seguir ejerciendo como tal. En 2020 se ha impuesto un nuevo orden social, un modelo a seguir por Europa, una sociedad de Gilead a la española, a raíz de la radicalización de la sociedad que ha escuchado -y creído- el discurso que iba a suponer su salvación. Bendit@s.
Ahora se defiende a la sociedad con el autoritarismo, pero sobretodo se la defiende de las peligrosas mujeres, ya que las feministas fuimos tachadas de Feminazis, fantaseando con una misteriosa conexión con el totalitarismo y el exterminio. Las motivaciones de las activistas quedaban atribuidas a una incapacidad para relacionarnos de manera adecuada con los hombres. El concepto feminazi entroncaba bien con este estereotipo, ya que el nacionalsocialismo alemán se alimentaba de un desprecio totalmente irracional a algunos colectivos etiquetados como razas.
Y et voilá, así nos ha ido… piropos públicos como malfolladas, putas, bolleras, histéricas, fanáticas, guarras… llegando ya en 2018 incluso a amenazas de muerte a twiteras. Eso fue lo que le ocurrió a una de ellas tras denunciar en la red social que un medio online había publicado datos falsos sobre la violencia de género: “Ya estamos cansados de ti, puta, la única solución a tus reclamos es la muerte. Vamos a violar tu cadáver, zorra”. Un tuit que iba acompañado de una fotografía de una pistola.
Este año también se ha suprimido la libertad de prensa, de opinión y expresión, así como los derechos sociales por los que desde nuestra profesión tanto habíamos luchado. Escribo este relato con el convencimiento de que se podría haber evitado todo esto y con la esperanza de que se pueda, algún día, devolver el sentido común y los derechos humanos a mi pueblo.
Todo empezó cuando en 2019, los políticos de Ucalandia, una alegre y tranquila comunidad, hicieron un pacto de gobierno con un partido que hace bandera de la vulneración de derechos, el odio y la xenofobia, y, con ello, la extrema derecha y el neofascismo traspasó las fronteras de la ahora triste y castigada comunidad, ganando y conquistando en pocos meses todo un país. Una compañera y amiga bloguera, gran trabajadora social, que voy a mantener en el anonimato hasta que ella me permita decirlo 🙂 … escribió en 2019 un acertado y premonitorio post en las redes sociales, -ahora inexistentes-. Se refería a unas elecciones que, con un tripartito, supusieron para su comunidad una catástrofe.
Intentaron rebelarse: “Las feministas han marcado el camino y estoy segura de que otros muchos colectivos seguirán la estela; por lo pronto ya se han sumado los colectivos LGTBI a las concentraciones del próximo martes 15 de enero de 2019. Parece ser, en suma, que nos espera una legislatura callejera…” Decía la bloguera, al mismo tiempo que apelaba a la ética profesional y a la necesaria y rápida reacción de los colectivos profesionales: “No caben titubeos, pues una reacción tardía será una oportunidad perdida de aparecer en los medios de comunicación y privaremos a la ciudadanía de la oportunidad de conocer nuestra posición y sobre todo de informarles de los derechos que les asisten.”
Pues bien. Lo que ha pasado es que en los últimos años, se ha instalado un nuevo modelo social que ha supuesto una defensa nacionalista de la identidad de la patria, entendida en términos culturales, religiosos y étnicos, y la retirada de los derechos fundamentales de las personas.
En el verano de 2018 leí “El cuento de la criada”. El argumento se podría resumir así[1]:“Tras realizar un golpe militar asesinando al presidente y atribuyendo dichos ataques al terrorismo islámico, unos políticos teócratas llegan al poder de Estados Unidos, que pasan a denominarse república de Gilead. Con la excusa de la defensa contra la violencia, aumentan el autoritarismo y disminuyen las libertades y derechos sociales, empezando por suprimir la libertad de prensa y los derechos de las mujeres. Las mujeres se dividen en castas y se promueve el miedo y la sospecha entre ellas. La “criada” es una mujer que se considera única y exclusivamente un objeto cuyo único valor está en sus ovarios, siendo un receptáculo necesario para alcanzar el nivel de nuevos nacimientos deseado en Gilead para mantener su modelo de sociedad.
En esta sociedad, Defred es una mujer que pierde su dinero, su empleo e incluso su nombre, que pasa a ser el de su dueño, al ser asignada como un tipo de esclava denominada “criada” de un hombre, el “comandante”. Desde entonces le está prohibido tener propiedades, autonomía económica o independencia social, salir de la casa donde vive (si no es para hacer compras necesarias para la casa), hablar o leer o ningún tipo de comunicación que no sea con sus propietarios, ningún tipo de actividad intelectual ni de libertad sobre su imagen y apariencia física e incluso sobre su cuerpo, incluyendo su alimentación y sus relaciones sexuales, ya que no puede tenerlas con nadie a excepción de su dueño, que la puede violar una vez al mes, durante la Ceremonia, supuestamente con el fin de procrear…”
En ese momento de lectura lenta de verano, pensé que era imposible que esa ciencia ficción se volviera realidad. Hoy sé, aunque no me permitan pensar, que los peores pronósticos pueden hacerse realidad. Desgraciadamente, la humanidad no aprende. En palabras de Simone de Beauvoir “No olvidéis jamás que bastará una crisis política, económica o religiosa para que los derechos de las mujeres vuelvan a ser cuestionados. Esos derechos nunca se dan por adquiridos, debéis permanecer vigilantes durante toda vuestra vida”.
Hoy, en nuestra nación las mujeres, después de años de lucha por nuestros derechos y libertades, vemos como ha ganado la suspicacia, la sororidad se ha transformado en sospecha y miedo entre nosotras, la violencia de género, legitimada, y el machismo, un compromiso moral de la sociedad en pro de la superioridad de los hombres. Cuánta razón tenía Beauvoir, madre mía, no supimos rebelarnos ni alzar la voz, no gritamos lo suficientemente alto como para callar el grito neofascista y ultra católico. Que pena.
En 2020 se ha proclamado una nueva era en la que el estado democrático y de derecho no ha dudado en anular todos y cada uno de los derechos sociales. Ha aparecido la casta de vagos y maleantes y la ley persigue a los que se considera como escoria de la sociedad: “vagabundos, pordioseros, rufianes,”… y todo aquel que no puede demostrar tener un domicilio fijo y un empleo o modo de sustento. Antes, en nuestro servicio, facilitábamos la cobertura de necesidades básicas a las personas sin hogar y trabajábamos para su empoderamiento, a través del arte, del arraigo, del vínculo… existía un albergue que, lejos de la perfección, y como transición, permitía que las personas pudiesen salir de la calle. Ahora los “vagabundos” se han multiplicado, no hay recursos, solo la cárcel. El comedor social se abre el día de Navidad y van las familias pobres, siendo servidas por las juventudes del nuevo gobierno.
Nuestros jefes (hombres), que ahora supervisan cada informe que hacemos relacionado con sus demandas, nos reunieron para explicarnos que se ha restablecido la Ley sobre Peligrosidad y Rehabilitación Social, en la que se incluye a los drogadictos, las prostitutas y los inmigrantes ilegales. La homosexualidad y la bisexualidad, tanto masculina como femenina, así como cualquier ruptura con el binarismo de género, se consideran no sólo pecaminosas sino además delito y enfermedad.
Con todo esto, una nueva “Sección de Mujeres” ha empujado a nuestros equipos de servicios sociales a un pozo sin fondo. Ahora trabajo en el centro del Servicio Social “Isabel la Católica”. Ya no tenemos acceso a internet y un gran cartel en la puerta anuncia: “PROHIBIDO EL PASO A NEGROS Y MOROS”. Ahora las personas con discapacidad se llaman “tullidas” y son ingresadas en psiquiátricos, con los “locos”, los vagos y maleantes y las “rameras o furcias” así como con los “maricones”, como se nombran ahora a estos colectivos. Cada semana se nos exige hacer un informe de las personas inmigrantes irregulares que tienen expediente en nuestro centro, desde los últimos 10 años. Ahmed, Mamadou y Abdul han sido deportados esta semana. En 2018 los profesionales de la sanidad andaluza se negaron a facilitar información de los 52.000 inmigrantes ilegales susceptibles de ser deportados, amparándose en la ética y en la Ley de protección de datos. Esa ley también fue derogada y el libre acceso al Padrón de habitantes y a los registros de servicios sociales, se ha normalizado por parte de los cuerpos policiales, con el amparo y autorización de la Fiscalía. El famoso principio de proporcionalidad ha sido superado por el de justicia hacia los españoles, evitando así que los de fuera puedan vivir en España con dignidad y sin ser perseguidos en pro de los derechos de los nacionales.
Ahora la única prestación que existe es una cartilla de racionamiento por puntos, que se emite junto con un “carnet de pobre de solemnidad”. Si lo hubiésemos detectado antes y reaccionado en su justa medida de peligro…
A esta cartilla o carnet que por fin consiguieron crear el año pasado desde el nuevo gobierno, acceden las familias pobres con hijos y tienen acceso limitado a comida, ropa y gasolina. “Hoy, no le toca comer a usted, que ya comió ayer, según dicen en su carnet.” Quedan excluidos de la cartilla los inmigrantes, aunque sean regulares, y las madres solteras. (Por libertinas)
Otras lindezas del estado actual son que los homosexuales son perseguidos, y las mujeres que en los últimos 10 años han practicado un aborto, también. Las víctimas de violencia machista que en estos años ha puesto denuncias a sus maridos, son juzgadas gracias a los informes que deben emitirse desde el Servicio Social.
La sanidad ya no es universal, así que Laman y Sarah han fallecido los últimos días ya que no han podido tratar sus patologías crónicas. A ellos les seguirán cientos o miles de personas inmigrantes enfermas que aún no han sido deportadas.
La nueva ley antiokupación y anti usura se ha cebado con las familias que vivían en pisos vacíos de bancos. Ahora el uso de la fuerza en legítima defensa es legal, y mafias de asesinos a sueldo y sicarios entran en las casas okupas y disparan a las familias. El miedo y la corrupción han sumido a la población en la desesperación. A su vez, las clases altas disfrutan de privilegios como tener sirvientes pobres de forma gratuita o esclavizar a los trabajadores en las empresas que dirigen. La clase política está libre de polvo y paja, circulan libremente, cabalgando, por la ciudad.
Yo, en servicios sociales, hasta el 2018, hacía grupos de empoderamiento de mujeres con las usuarias de mi servicio. Eran grupos que potenciaban la autoayuda, la sororidad, la autonomía y la libertad de las mujeres. Eran “dinamita”, me dicen ahora, espacios de libertinaje y “chiringuitos” que propiciaban la rebelión. Ahora estos grupos dirigidos a las mujeres pobres (deberíamos llamarlas pobres mujeres), semanales y obligatorios, se denominan “Escuelas de Hogar”. En ellos, debemos hablar de cómo las mujeres, ángeles del hogar, dulces y complacientes, sumisas y buenas, femeninas y frágiles, debemos afrontar nuestro día a día y olvidar que hace poco podíamos estudiar, leer, salir de copas o vestir minifaldas, estar en las redes sociales, crecer, reírnos y viajar, fumar,beber cañas… por poner algunos ejemplos de libertad e igualdad.
Es una dura tarea la que tenemos encargada ya que para nosotras ejercer el trabajo social con mujeres era otra historia.
El nuevo estado me obligó a casarme. Ser soltera con 33 años era un problema social. Suerte que jamás confesé que soy lesbiana porqué me hubiesen hecho la vida imposible. Ahora, madre y esposa infeliz, con 35 años puedo ejercer de “asistenta social”. Las mujeres podemos trabajar como maestras en colegios femeninos, enfermeras, limpiadoras, cuidadoras y “asistentas sociales”. Ni médicos, ni abogadas, ni taxistas, ni arquitectas, ni camioneras… la vida en la sociedad de Gidead a la española es una mierda.
El nuevo mundo me desespera pero, si quiero sobrevivir, no puedo rebelarme. Gidead nos ha ganado la partida por imbéciles. Por creernos que el neofascismo era solo una amenaza de populismo y palabrería. Y ahora ya no hay vuelta atrás… Bueno, o tal vez si…
Leí en 2019 un tweet de la afilada lengua de @Barbijaputa en ese maravilloso Twitter que ya no existe: “A las compañeras les diría que transformen el miedo inicial, paralizante, en rabia. En energía para instruirnos, leer, formarnos, organizarnos, hablar, convencer, unirnos. Todas a una. La parte buena es que como los buenos misóginos que son, nos subestiman. Subestiman el poder de organización de las mujeres, nuestra capacidad y nuestra resistencia. Nos ven como meras vasijas de los hijos que tenemos que parir: nos desconocen por completo. La sorpresa será mayúscula.”
Igual debemos retomar valientemente ese mensaje, amigas, compañeras, colegas, camaradas.
Por lo pronto, es domingo, casi hora de ir a misa. Debo acicalar a mis churumbeles y planchar el traje de mi marido. Esta tarde, mi marido me invita a ir a los toros. Como buen ciudadano, abraza la tortura animal, concebida como arte. El domingo que viene, él ha quedado para ir a cazar (por suerte para mi, se trata de un tema de hombres). Así es la vida de ocio en la actual Gilead a la española… vamos, una mierda pinchá de un palo…
Si pudiese volver a enero de 2019… cuando quedaban aún unos meses hasta las municipales, y más allá: hasta que se celebraron las generales…. Actuaría distinto, seguro. Con esa idea que me martilleaba la cabeza, que me hacía sudar y tener escalofríos al mismo tiempo, me he despertado. Era una pesadilla, tan realista, que me he despertado gritando.
Por suerte aún estamos a tiempo. Como dice @barbijaputa -y nos adherimos a su afirmación-: “El feminismo tiene un trabajo ingente pero vital contra el fascismo. No hay un movimiento ahora mismo en España con más movilización y tan capaz de llenar las calles para hacer frente al racismo, al machismo y al clasismo que se reunirá en torno a las urnas en las elecciones venideras”
Amén.
Vamos a cerrar este post con https://www.youtube.com/watch?v=V6GHzec9lbc Mujeres de las artes escénicas de Lleida contra la violencia de género. Canción de Rozalén “La puerta violeta”
[1] literal de Wiquipedia
Las mujeres de hoy hemos de luchar por las que vienen detrás.