Hace unos meses escribí un primer post sobre lo aprendido en el Postgrado de Mindfulness y compasión en la relación de ayuda que estamos cursando en la Universidad de Lleida (UdL) https://agorats.com/en-serio-te-crees-todo-lo-que-piensas/ Hoy finalizamos las clases antes de las vacaciones. Y me encanta hacer balances. Así que ahí va por si puede ayudar alguna reflexión.
La sensación actual es que desde ese momento de descubrimiento del Mindfulness han pasado, por lo menos, 30 años. Es curiosa la percepción del tiempo ¿no? 9 meses después, hoy estamos de parto… y me he puesto seria conmigo misma para ver realmente si he estado perdiendo el tiempo o si, por el contrario, algo de esto ha calado en mi vida. Y sí, mi conclusión es que ha sido un regalo. Gracias.
Apenas he conseguido meditar durante la pandemia. Ni un minuto en los últimos dos meses. Pero no me voy a flagelar. Porqué me he dado cuenta de que si algo he hecho todo este tiempo es respirar. Y darme cuenta de que respiro, cómo respiro, y que si no respiro es un mal negocio, porque es que estoy muerta. Creo que solo esto es un motivo de satisfacción, porqué estar atenta he aprendido que cuesta lo mismo que estar distraída. Y te das cuenta de que los pensamientos y la mente los llevamos puestos todo el día y … van como una moto.
Dicen los expertos que los pensamientos son como el aire, y les damos demasiada importancia. Estoy de acuerdo, se convierten en rumiaciones cuando nos recreamos en ellos. Venga darle vueltas…¡mira que somos cansinos!
Esta frase no se quien la dijo, pero la voy a tatuar:
Hacemos lo que somos, no somos lo que hacemos.
La mente es un ruido. Eso me ayuda a quitarle importancia a lo que pienso y a mi Ego, que en realidad, es solo un personaje que todas creamos. Ese Ego absurdo al que le encanta pelearse y controlarlo todo. Ese Ego, llamado #mimisma, que me putea y a la que en los últimos meses he aprendido a escuchar de otra manera, a hablarle con amabilidad hasta el punto de que no quiero hacerle daño. Ella también me trata mejor, creo que estos meses nos han reconciliado. Casi 50 años después de conocernos. Gracias.
AQUÍ Y AHORA, POR FAVOR, GRACIAS.
La situación pasada de crisis de COVID y el presente ha sido – y es-, complejo para todos. Los y las trabajadoras sociales que hemos estado en las trincheras de la pandemia hemos sufrido mucho. Pero también nos ha supuesto una oportunidad para dejar en algunos momentos el modo “hacer” y pasar al modo “ser” . Un tiempo para autoconocernos, respetarnos, conectar con el valor de ser humanos y el sentimiento de humanidad compartida y vulnerabilidad que nos une. Creo que la pandemia nos ha ayudado a situarnos en nosotras mismas y a resituar en equilibrio a nuestros usuarios/as.
“Estoy viva, estoy aquí, la vida es valiosa”.
Hoy leía un artículo de Sol Aguirre titulado “vivir, no sobrevivir” que me he hecho dar un frenazo en la rueda de hámster en las que doy brincos hace unas semanas.. Refiere una frase de Pau Donés, “Vivir es urgente”.
Es de esos zascas que a veces te llevas sin querer. Estar vivo es un privilegio. Los que hemos sobrevivido a la pandemia debemos estar agradecidos. Así como debemos estar agradecidos por haber ayudado a sobrevivir a los otros des de nuestra práctica profesional. La COVID-19 nos ha enseñado a todas que la idea de seguridad es mentira. No podemos controlar la vida. Hoy estamos, mañana… quien sabe.
Otra frase, quizás de una canción, ni idea: “vivo sin vivir en mi”. Cuantas veces nos montamos en la montaña rusa … hasta que se para de golpe, y te espera una buena ostia. Dice Sol en su artículo que deberíamos acabar los días diciéndonos a nosotros mismos “joder, que bien”, ¿estoy en paz conmigo?.. y si no lo estoy, ¿que necesito hacer para poder morirme mañana diciendo “joder, que bien”?.
Hace unos días quedé con una amiga que tiene cáncer, reciente, sin anuncios previos, de esos zascas que no sabes por donde te han caído pero te asustan el presente e irrumpe el miedo y, en este caso, su superpoder de la fuerza. Hablamos de la vida, y de la muerte, si, de eso que no queremos ni imaginar aunque forme parte de la vida. En la vida debemos autoaplaudirnos por lo que hemos hecho bien o, por lo menos, lo mejor que hemos sabido. Aunque, en realidad, ¿Qué es bien? ciertamente, somos muy, muy ignorantes.
En todo este tiempo he aprendido a dar las gracias por estar donde quiero estar: en mi misma, ser mi propio espacio de seguridad. La gratitud es sin duda lo que más he practicado en estos meses de Mindfulness que maridan bien con Covid y con lo que haga falta. Sí, la gratitud de estar y ser. La gratitud hacia el cuerpo, que damos por hecho que funciona, hasta que se le queman los cables. A veces, tienen recambio, ni que sea de los chinos, otras, no.
La situación ha sido indeseable, desde luego, pero también nos ha brindado la oportunidad de ver cosas en nosotras que no vemos cuando cabalgamos en nuestro Ego. Ahora que ha pasado el Tsunami, es importante cuidarnos. Rebajar nuestra auto exigencia, ser más comprensivas con nosotras mismas, y con los demás, observar nuestros pensamientos, huir de la negatividad y una vez superada la psicosis colectiva, establecer prioridades:
“¿Qué es ahora mismo lo más importante para mí?” y disfrutar de ello.
Cuidarnos para lo que le viene encima al trabajo social, a las personas y familias que sufren, que no va a ser poco… es un acto de responsabilidad individual y colectiva.
OTRO APRENDIZAJE: NO TE PREOCUPARÁS EN VANO
Sin duda, somos humanos y como tal, sufrimos y nos preocupamos. El sufrimiento viene por distintas causas, algunas nos las contamos, otras están fundadas. Miedo a enfermar, preocupación por la familia, por nosotros mismos, por nuestros equipos, por nuestros usuarios…. Son emociones que sin duda nos han vuelto más vulnerables. Hemos tenido que currarnos los miedos, y como he aprendido en el Postgrado, suelo preguntarme cuando algo no me gusta: ¿Qué me está enseñando esto?
Y también he aprendido que no por mucho preocuparte…. te ocupas más, sino al contrario.
La vida hay que aprender a surfearla, dice la Lama Yeshe, porque la vida no es programable. Cuánta razón tiene esta sabia mujer… Cuando no quiero controlarlo todo puedo dejar de preocuparme en vano. Es maravilloso.
Hoy en la última sesión , una compañera ha dicho que el Mindfulness te deja en “bragas emocionales”, sin armaduras, y estoy totalmente de acuerdo: Nos hace más humanos. Y con ello, más felices.
He aprendido que el Mindfulness es una actitud, es estar presente, con mente de principiante, abierta a estar aprendiendo siempre. Es el silencio, es observar nuestra mente loca, es vivir más la vida y pensarla menos. Es practicar la gratitud, la ternura hacia los otros, la admiración de lo simple. Es quererse más y juzgar menos. Es paciencia, es ser.
La vida, dice la Lama, no necesita Mariachis, es especial en si misma.
Si eso, para acabar, propongo el último tema de Pau Donés, descansa en paz, Pau, Eso que tu me das, estar aquí vale la pena, remando contra la marea….
¡¡¡Aunque diría que salen mariachis!!! pues si te gustan, que te acompañen en el baile Pau.
Anda, bonita, que la reflexión que te has marcado para un sábado… Me has dejado así como existencial… Bromas aparte, no puedo más que suscribir tus palabras. Exigimos demasiado a la vida. Estar vivos y tener medios de subsistencia ya debiera ser motivo de felicidad. Bueno, eso y el vermú que seguro te tomarás en un ratito.
Un abrazo apretadísimo a las gentes de Ágora. Hacéis de la vida algo mejor, sin duda.