Nou relat de Laura Haro per un dia de festa. Disfruteu-lo!

Ioan hace muchos años que vive en la calle. Siempre se ha mostrado reacio a utilizar los servicios de alojamiento que se dirigen a las personas que se encuentran en situación de sin hogar.

Podríamos decir de él que es una persona refractaria a la intervención y que no se adapta a ninguno de los recursos.

Rebobinemos y borremos.

Podríamos decir que los servicios de alojamiento que le hemos propuesto hasta ahora no se han adaptado a su situación personal y deseos.

Podríamos decir que los profesionales hemos sido refractarios a las decisiones que Ioan ha ido tomando a lo largo de éstos años.

Podríamos decir…

Me decía el otro día esa amiga trabajadora social, que trabaja desde hace años en un centro de atención diurna para Personas sin hogar  que Elías “no le hacía ningún caso”. Elías en un joven, muy joven, que se aloja en un recurso de baja exigencia. Julia le insiste en la necesidad de formarse para adquirir así una mejor capacitación profesional y en la importancia de utilizar los recursos públicos y privados que realizan acciones de acompañamiento en la inserción laboral; pero Elías quiere trabajar, y vive como una pérdida de tiempo las acciones formativas, además de no confiar en los recursos que Julia le propone y pensar que la mejor herramienta para la búsqueda de empleo es el boca a boca. Ahora Julia quiere que Carlos, su compañero de trabajo, interceda para ver si a él “le hace más caso”.

Pero volvamos a Ioan. Él tiene más o menos mi edad, pero la calle y los años que lleva con su compañero de viaje – el alcohol- le han pasado factura.

Contra todo pronóstico Ioan aceptó hace unos días alojarse en el albergue. Sufrió una sacudida fuerte, cómo cuando un tren descarrila, y eso le hizo replantearse venir al albergue.

Hoy ha venido al centro, como lleva viniendo hace ya algunos años. Ioan, el hombre cebolla, llevaba tantas capas de ropa como frío hacía en la calle. Le he sugerido que se desabrigase, pero ha rehusado mi oferta diciendo que tenía frío. El frío caló en él hace tiempo.

  • Ioan, tengo algo importante que explicarte.

Él hace tiempo que espera ésta noticia. Así que veo como enmudece – ¡ÉL,  que tiene una verborrea que no se la acaba! -, y como se le ponen los ojos vidriosos.

  • Ya tenemos las llaves de tu piso.

Se inquieta y me dice que ahora le ha subido la temperatura un poco. Así que empieza a desprenderse de su bufanda, gorro, guantes…

Le recuerdo los únicos compromisos que implica el programa Housing First y calculamos conjuntamente cual será en su caso el pago de la renta y suministros.

  • Creo que voy a sacar también la chaqueta. Me dice Ioan emocionado.

Le explico donde está ubicado el piso y le doy algunos detalles más.

  • Espera que respire un poco. Me va a hacer falta sacarme toda la ropa. Me dice…

Ioan no se lo cree. Ha enmudecido, pero estoy segura de que por su mente, está pasando ahora mismo ese hablar permanente que tiene, sin parar, sin hacer pausas y pensando en lo mucho que desea ese piso y disfrutar del mismo.

Al cabo de unos minutos, necesarios para digerir el impacto de la noticia ya empieza a hablar y hablar…

  • Me encanta ese barrio… es un sitio muy tranquilo, la parada del autobús está cerca y tengo supermercados casi al lado de casa. DE MI CASA.
  • Tengo un montón de sudor. Me dice.

He podido constatar el efecto en nuestro calor corporal que tienen la sorpresa y la alegría durante la entrevista.

Le he pedido que me invite a un café y me ha contestado que por supuesto, añadiendo que me invitaría a una buena comida, SIN SAL, porque él tiene que seguir la dieta que le ha indicado su médico especialista. ¡Aún no ha entrado en el proyecto y ya se producen milagros!

Laura