Ayer, compañeras del equipo de dependencia – Cristina Morón, Eva Hernández y Nuria Acosta- de los Servicios sociales básicos del Ayuntamiento de Lleida vinieron a mi clase de trabajo social en Atención primaria que imparto en la UdL. Me gusta que el mundo real haga un guiño al académico y viceversa porque creo que uno sin el otro no tienen mucho sentido. O andamos de la mano, o mal.
A mis alumnas les digo que aquí –en la asignatura- no van a aprender a rellenar papeles ni a memorizar protocolos. Vamos a trabajar como hacer trabajo social en un sistema que nos ha llevado al caos, la precipitación, la burocracia y que nos ha alejado del verdadero objeto del trabajo social: las personas. También creo que nos ha dejado en jaque mate y hemos perdido muchas veces la capacidad de crítica social y de propositividad. Hace pocos días el amigo Nacho Santas escribía un post sobre la atención reactiva; una entrada (aquí) en que hace referencia, por ejemplo, al hecho que hemos asimilado una metodología de intervención social reactiva, a su vez reforzada por las murallas del procedimiento administrativo, consiguiendo que lo proactivo siempre levante temor al colapso técnico, económico o material y se anteponga a los intereses de la ciudadanía, indudablemente. Y estoy de acuerdo con Nacho aunque creo que quedan profesionales que, en pequeñas aldeas galas, consiguen superar esas murallas tan altas… véase un ejemplo:
Mis compañeras supieron trasladar a mis alumn@s su saber hacer, sentir y ser. Ellas, como todos los compañeros que “hacen” dependencia, también se quejan, claro. Porqué la ley generó un exceso de expectativas, no se hizo una buena previsión, las profesionales redujeron la intervención con las personas dependientes y sus familiares a una pelea con recursos, cartera de servicios, grados y niveles, PIAs, revisiones, cadencias excesivas, excusas, …., dejando para después ese acompañamiento y la escucha que merece toda persona que acude a servicios sociales. Hasta que se dieron cuenta que ESE no era el camino.
Así surgió un gran proyecto de la mano de profesionales expertas en “dependencia” pero alejadas, demasiadas veces, de sus clientes. Si algo tenemos los profesionales del trabajo social es una gran capacidad para ver la paja en el ojo ajeno, sus problemas, sus debilidades, sus miserias. Pocas veces vemos detrás de tanta penuria la capacidad, el valor intrínseco de la persona, en este caso, dependiente, del empeño, ternura, y constancia de sus cuidadores, la capacidad de autoayuda, de vínculo y de crecimiento.
Así, mis compañeras se inventaron un proyecto (barato), creativo (pero barato, no sea cosa que la Administración nos dé una colleja…) que ha dado una nueva vida a centenares de personas dependientes y sus cuidadores no profesionales. Estamos en un muy buen momento en Lleida, porqué nos compran proyectos (baratos) con un gran impacto sobre las personas y que nos permiten hacer trabajo social sin dejar de hacer lo que nos dice la ley: prescribir recursos, recetar prestaciones, sin olvidar la calidad. Hace unos años pude trabajar con ellas en la elaboración de un documento con orientaciones básicas para la elaboración del PIA, encargado por el Colegio de trabajo social de Cataluña. En él aportábamos estrategias para trabajar desde un modelo que tenga en cuenta los derechos y la dignidad de las personas dependientes, la participación de la familia, la intervención profesional, la perspectiva de género y el procedimiento administrativo. Gracias Lourdes Zanuy por generar este trabajo e impulsar una nueva forma de ver la dependencia, que dejó huella en el equipo y ahí sigue 😉
Así, las consideraciones clave de la propuesta se centraban en las dimensiones de desarrollo personal (habilidades personales, adaptativas, competencias…), la toma de decisiones (autonomía y control), las relaciones interpersonales (redes familiares y sociales de soporte), los derechos (humanos y legales, igualdad de oportunidades…) la inclusión social (participación en la comunidad), así como el bienestar físico (atención sanitaria, estado de salud, actividades de la vida diaria) y material (ingresos, condiciones materiales de vida, vivienda, trabajo…)
Desde esta perspectiva, el PIA en sí mismo no debe representar el objetivo profesional sino una herramienta que nos ayude en el proceso de diagnóstico, intervención, prescripción técnica y seguimiento. Pero si queremos trabajar desde la excelencia, como es el caso de mis compañeras, es necesario un salto de calidad hacia una mirada comunitaria y del vínculo, del acompañamiento, de la cercanía, de la calidez en la que insiste Maria José Aguilar:
“Si calidad remite a la excelencia (para el logro de los bienes intrínsecos) del trabajo social, la calidez remite a la sensibilidad; es decir, a los afectos, las emociones y los sentimientos.”
“una relación funcional que lo convierte todo en ‘recursos’. Nada debe sentir el técnico que pueda distraerle de sus objetivos; nada debe sentir el profesional que no pueda expresarse en técnicas de intervención; nada debe sentir el trabajador social ante el sufrimiento humano” (García-Roca, 2000, p. 318).
“La excelencia no recae tanto sobre la profesión en sí misma cuanto sobre los profesionales, sus motivaciones y su identificación con la tarea, sobre el talante cooperativo y la confianza, sobre el apoyo mutuo y la facultad de tomar decisiones conjuntas” (p. 320).”
Sobre estas ideas trabajan mis compañeras que “hacen” dependencia, porque con su pasión demuestran, que OTRO trabajo social es posible.
Sus proyectos acompañan y trabajan desde muchas perspectivas para generar espacios donde compartir, establecer vínculos, reconocer la figura de los cuidadores, ponerla en valor, generar confianza, autoayuda, autocuidados, trabajar en la autoaceptación de dependientes y familiares, provocar sonrisas, apoyos, emociones, vínculos profesionales fuera de los despachos:
- Grupos de formación básica (la información es poder, compañeras)
- Grupos de autoayuda (gestión del estrés, de las emociones, autoestima…)
- Mindfulness para cuidadores (llévate a casa técnicas y aprovecha el presente, preocúpate menos, vive más)
- Talleres de creatividad (teatro. Tres temporadas, tres obras que han devuelto la sonrisa a dependientes, cuidadores, nietos, hijos, vecinos, profesionales)
- SAD respiro (sal de casa, vive, relaciónate, ven)
- Servicio de terapia ocupacional (conoce ayudas técnicas, gana en autonomía, mejora la calidad de vida)
Ellas nos demuestran en su dia a dia de trabajo, que, con palabras de M José Aguilar, “el servicio es una relación, la prestación es un artefacto que cristaliza o sustituye una relación”.
Núria ayer reconocía ante mis alumnos: antes, en las entrevistas tenía tanta presión por explicar tantas cosas (recursos, grados, calculadoras….) que me olvidaba de escuchar y de mirar al interior de las personas que venían, angustiadas, al despacho. Me olvidaba hasta de informar de los grupos que empezábamos a hacer”. Hoy hago trabajo social.
Felicidades, compañeras, y “Palante” sin perder la pasión ni la actitud “Küppers” que lleváis dentro.
PD: gracias por venir a clase, sé que es un esfuerzo extra, merecíais un post. Muacks!
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