La companya d’Àgora, Mihaela, ens escriu un fantàstic primer post de l’any ple de sentit, en primera persona.

Han pasado 18 años desde que puse pie y me convertí en parte de estas tierras como
inmigrante de origen rumano. Siempre lo menciono con un toque de gracia, aunque algún
sentimiento de nostalgia recorre mi piel, acompañado del pensamiento sobre qué hubiera
sido de mí si no hubiera dejado mi país. Fui impulsada y arrastrada por las ansias y la
determinación de mis padres por brindarnos un futuro brillante.
Regresando a lo que siempre digo, es que ahora soy mayor de edad en estas tierras. Estoy
lejos de mis orígenes, de donde arraigué mis raíces. Esta distancia me ha marcado
profundamente.
Con la mirada desde la distancia y con la perspectiva de alguien que quizás sea adulto,
puedo afirmar que he sido tratada bien, que me han tratado bien y que poco a poco me
fusioné con el país, su gente, su cultura, su idioma, sus costumbres y con todo aquello
que nos moldea como individuos. Soy yo y mi entorno.
Ahora, como profesional con cierta experiencia, me entristece ver que no todos los
inmigrantes tienen la misma suerte. En la actualidad, la mayoría carece de los recursos
básicos que facilitaron mi integración, la cual experimenté y viví.
En una de mis experiencias, al finalizar mi formación como trabajadora social, me vi
confrontada con lo que creo que la mayoría de profesionales, al menos los buenos y los
que tienen vocación, deberían enfrentar: pasar de la teoría de las aulas a la práctica. Esto
me llevó, por primera vez en mi carrera profesional, a detenerme, replantearme y recordar
mis valores, mi ética y mis límites como profesional en este entorno. ¿Hasta dónde estoy
dispuesta a permitir las injusticias perpetradas por el sistema? ¿Soy consciente y estoy
dispuesta a afrontar las posibles consecuencias para mi carrera profesional si me niego a
seguir las directrices del sistema? Podría optar por adaptarme, obedecer y ejecutar, como
hacen muchos profesionales (algo que me parece triste), pero entonces… (pienso). Este es
mi primer y gran dilema. Desde luego, tengo claro que debo hacer lo que me haga sentir
bien y no olvidar la parte humana que impulsa mi profesión, esa intuición vocacional que
hace saltar las alarmas ante determinadas situaciones.
No contenta con mi primer dilema, y no menos importante, me enfrento a aquellos
profesionales que, supongo, desde la buena fe y con las mejores intenciones, comparten
conmigo el hecho de que acabaré quemada y cansada de la profesión, que me hartaré de
ver injusticias, que me sentiré indignada y frustrada, entre otras ‘cosas buenas’. Dicen que
llega un día en el que te resignas y simplemente te adaptas, obedeces las leyes y normas
del sistema, por muy injustas que te parezcan, y sigues dando lo mejor de ti… eso es lo
que en trabajo social llaman claudicar. ¿Pero acaso dar lo mejor de mí es claudicar?
Esa dualidad, ser testigo de las dificultades que enfrentan los inmigrantes y, al mismo
tiempo, experimentar esa realidad en mi propia piel, me ha llevado a un laberinto de
preguntas éticas y morales. ¿Hasta dónde debo llegar en la defensa de los valores
inculcados desde mi crianza? ¿Cómo encontrar el equilibrio entre la vocación de ayudar
y los límites del sistema?
La imagen de mi propia historia me impulsó a ser más que una profesional. Me enseñó a
ser una voz, a ser el puente que conecta dos realidades, a ser la defensora de aquellos que
luchan por un lugar donde encajar en un mundo que parece resistirse a recibirlos.
Cada día se presenta como una oportunidad para desafiar lo establecido, para ser la voz
que se alza por aquellos cuyos susurros se pierden en el bullicio cotidiano.
Quizás mi mayor aprendizaje ha sido y sigue siendo comprender que mi historia personal,
mi camino como inmigrante y mi labor como profesional se entrelazan en una narrativa
única. Y en esa narrativa, busco dejar una huella que no se borre fácilmente, una huella
que inspire a otros a encontrar su propia voz en un mundo que necesita, más que nunca,
escuchar y acoger las diversas historias que lo componen