Noemí Sotoca escriu aquest esplèndid post sobre la necessitat de cuidar els superpoders de les treballadores i treballadors socials…

 

Tomarse el tiempo necesario para: escuchar a ese usuario que necesita un ratito más de lo estipulado, respetar los tempos y las decisiones vitales de los usuarios aunque no encaje con el proyecto, vislumbrar una solución creativa y que no se bloquee por rigideces institucionales… y un sinfín de hojas de ruta que quedan truncadas por los años, pesadez, exigencias, encorsetamientos, repetición, estrés, desencanto. STOP!! Llega el momento que los superhéroes necesitan parar. Y entenderme cuando hablo de superhéroes o superheroínas, es una metáfora, nada literal.

Ante todo, los trabajadores sociales somos humanos y como tal, necesitamos esas cosillas que nos hacen vibrar. Los inicios profesionales están llenos de frescura, entusiasmo e inexperiencia y los años acumulan experiencia, solidez y a veces, falta de perspectiva, difícil de tener con la vorágine actual. En ese momento hay que quitarse el traje de superhéroe y ponerlo a airear. Pero airearlo de verdad. Nuestros usuarios y nosotros mismos, nos lo merecemos.

¿Y cómo aireamos ese traje para coger perspectiva? En mi caso, me tiré por el mindfulness (entonado en inglés sería algo así como mainfolnes) y me podía haber tirado por las cervezas y amistades, que también, pero para vibrar con lo esencial, mi cuerpo me pedía CALMA.

Con el mindfulness me introduje en una parte teórica (teorías de la neurociencia, psicológicas…) y una parte práctica diaria, importantísima. Pero mi intención no es explicar que es el mindfulness, sino, que me ha proporcionado practicarlo para mi profesión.

Tal como comenta el sociólogo Francois Dubet en “El declive de la institución” los profesionales de ayuda, como trabajadores sociales, docentes, médicos, etc, hemos perdido legitimidad, y las instituciones se están transformando. Complementando este declive. Zygmunt Bauman aporta el concepto de sociedad líquida, donde hemos pasado de una autoridad moral de los profesionales a una relación de confianza, donde las relaciones son más igualitarias, más democráticas. Encontrando situaciones más complejas en la relación entre profesional y usuario.

Con todo esto, me siento, a veces cierro los ojos y otros no, y simplemente guardo silencio, pero un silencio externo, ya que en mi interior hay un parloteo continuo exacerbado… no hago más que hablar conmigo, eso sí, en silencio, y me doy cuenta del estrés acumulado durante días, semanas, meses y años. Ufff!! Al día siguiente, vuelvo a sentarme en silencio externo, y poco a poco, voy escuchando algo más que mis parloteos internos, escucho mi respiración, dejo ir esos pensamientos continuos, empiezo a percibir como está mi cuerpo… y poco a poco, día tras día, a pico y pala o siendo políticamente correctos, con una metodología fenomenológica, voy tomando consciencia de cómo estoy, de cómo condicionan los protocolos, los procedimientos, la burocracia en la atención a las personas. Madre mía con los dilemas entre epistemología versus pragmática, y saco el traje a airear… y así, continuo a pico y pala…

Y, ya ventilado el traje, me lo coloco de nuevo con un nuevo superpoder: LA AUTENTICIDAD. El concepto de autenticidad lo escuché a Josefina Fombuena hace un tiempo y lo incorporé en mí. La relación profesional viene marcada “entre” un tú y un yo, un usuario y un profesional y si a este tú y yo lo contextualizamos des de la autenticidad, creamos un feedback de SER a SER. Es decir des de la humanidad más auténtica. La importancia del contexto en el que usuario y profesional se enmarcan no será exclusivamente de la institución o servicio desde donde se atienda, de las técnicas o metodologías protocolarizadas… va más allá, va con la cualidad humana del profesional y la calidad del entre tú y yo de ese momento de atención.

Superhéroes cojamos perspectiva, aireemos los trajes y volvamos de nuevo a ejercer nuestra profesión con calidad y calidez humana, autenticidad y con esa esencia que nos llevó a estudiar trabajo social.